"Estar allí de nuevo,
y dejarme habitar por las imágenes
de la niñez remota;
soñar que no han pasado en un soplo los años,
y que es verdad la vida"
Eloy Sánchez Rosillo
El agua de marzo te distrae quedamente de los quehaceres domésticos.
Sin voluntad, roza los cristales de las ventanas
para permanecer sobre el alféizar apenas unos instantes más.
Se somete el agua a la luz de la tarde,
el velo empañado te devuelve el reflejo de quien fue tu madre
y la madre de tu madre.
Eres la mirada última de una larga sucesión de mujeres en el tiempo.
Mujeres de nombres oscuros, atravesados por sordas consonantes.
Nombres antiguos sin trascendencia
en los anales universitarios, nombres
inconstantes en el mundo ajeno a la familia.
Sus retratos se suceden en el caleidoscopio que el agua
martillea y acaricia.
Fuiste como ellas
hasta el alentador soplo de las letras
y la ligereza del amor adolescente.
Has regresado a la aldea. A los campos amarillos
a los girasoles. Vastedad azul y la blancura incandescente de los muros.
Buscas el hueco seco en el tronco de la encina centenaria.
Al lado, la casa y el aljibe. Un coro jubiloso de niños en el agua.
Recuerdas las antiguas alianzas que sellaste
con el tiempo, aún en la crisálida.
Olvidarás este invierno de furtivas luces
porque la tarde triunfa, el sol sacude los tejados
y el futuro es, otra vez, un decálogo de imágenes precisas.
Sucesivas penumbras han barrido el pasado.
Se dibuja un contorno preciso en el cristal:
tu rostro sin aristas no muestra las profundas cicatrices
que lloraron a los muertos, ni aporta más belleza a la tarde inmensa,
deslumbrante en su sentido.
No has querido compartir la ofrenda del nombre ni del rostro.
Hace mucho tiempo que tus hijos aceptaron vivir con desmesura.
Ellos nada saben de tus derrotas.
Al fin, piensas, todo esto servirá para algo,
esta vaga mezcolanza de recuerdos y los avisos que la muerte envía,
para algo será que ellas hayan regresado
y susurren tu nombre con el canon de la lluvia prófuga del frío.
Las esquirlas del agua te regalan la alternancia inevitable de la vida:
mirar al frente o enterrar la primavera
Avelina García Colmenero
Primer Premio de Poesía
II Certamen Literario Universidad Popular de Almansa